Los pueblos Mè pháá, Ñúu Savi y Nahuatl son los personajes principales en la festividad del Viko Ndí (día de muertos) en la zona montañosa de Guerrero.
Para ellos, el 27 de octubre comienzan a llegar sus seres queridos y los esperan con rezos y cantos que se diluyen entre el frío de la noche. Con fogatas cercanas, tratan de calentarse y continuar el ritual, personas de todas las edades se reúnen y participan. En la madrugada del 28 de octubre, todo está preparado ya con sahumerios, copal y velas; la comida no puede faltar y se ven pasar los ayates y nailas con frijoles y mole rojo de guajolote o de res con tortillas de maíz, todo esto, además de las bebidas tradicionales como el agua pizorra (a base de caña fermentada), y refrescos o agua, se vierten en el piso para darle de comer a sus difuntos.
El primero de noviembre el camposanto de San Miguel El Viejo se viste de cempasúchil en los arcos y altares que se llevan a las tumbas de los familiares difuntos. Ambientado con música de viento, se siente la presencia de las ánimas.
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